14 noviembre 2011

LA FIESTA DE LOS MUERTOS EN LIMA




Aya quiere decir difunto, es la fiesta de los difuntos, en este mes sacan los difuntos de sus bóvedas que llaman pucullo, y le dan de comer y beber…y cantan y danzan con ellos, y le ponen unas andas y andan con ellas en casa en casa y por las calles y por la plaza, y después tornan a meterlos en sus pucullos dándole sus comidas y vajilla… y le dan sus carneros y ropa y los entierran con ellas y gastan en esta fiesta muy mucho.”


Felipe Guaman Poma de Ayala en su “Nueva Crónica y buen gobierno” - Libro I (1610-1615)

Cruzo de sur a norte la ciudad. Dejo Surco y Miraflores y tomo un colectivo rumbo al lado norte de Lima hasta llegar a Carabayllo distrito donde la mayoría de la población es de procedencia andina, gente que llegó a la capital en la mitad del siglo pasado y que poco a poco fueron tomando posesión de los terrenos que circundaban la vieja capital del virreinato español: así convirtieron la gran capital en una megalópolis, la insertaron en la nueva modernidad a la velocidad de un rayo dándole una nueva identidad, un nuevo carácter. Toda esta gente llegó con casi nada pero llena de sus tradiciones: trajeron sus dioses, sus costumbres, sus comidas, sus sueños, su cosmovisión. Por ello es que los barrios populares alejados de los espacios cosmopolitas de Lima tienen una cultura diferente, un modo de ser radicalmente distinto. He allí mi interés (aparte de otros más personales) por ir a un cementerio que estuviera en esa periferia porque sabía que podía encontrar otro modo de asumir la muerte, menos occidental y globalizada, mucho más auténtica.


CEMENTERIO PERIFERICO


Me bajo de la combi a la altura del kilómetro 18 de la avenida Túpac Amaru, luego tomo un mototaxi que sube por la avenida Merino. Bajo y frente a mí aparece una calle sin asfalto que trepa sobre un terreno ondulante. “Por aquí se va al cementerio profe” me dice el muchachito que maneja, imagino que no tiene brevete, pero también imagino que tiene que ganarse la vida. Algunos comerciantes han levantado sus toldos para vender platos de comida desde un sol. El olor a fritanga se confunde con el de las flores. Más allá unos hombres con las camisas desabotonadas beben como en cualquier domingo escuchando al grupo Néctar que toca desde el cielo, con cariño. Los mototaxis pasan raudos llevando y trayendo personas, haciendo maniobras avezadas en medio del gentío para no atropellar. Subo por la calle y el camino dobla a la derecha y sigue trepando hacia una quebrada seca. Aparece la entrada al cementerio sin nombre que no es sino la ladera de un cerro. Un espacio ganado a la pétrea dureza del suelo para enterrar a los muertos. ¿No eran los cerros los espacios sagrados de los antiguos peruanos? ¿Los lugares donde moraban los dioses, donde vivían los antepasados?

Detrás del mismo improvisado

camposanto muchos otros caminos trepan hasta las cimas más altas de la pobreza, donde las casas se han construido con esteras, latones o endebles maderas. Tía Fortu me diría más tarde: “Cuando llegamos aquí sólo habían 5 muertitos, eran niños nada más. Pero un día llegó una enfermedad de diarreas, es que teníamos problemas con el agua, sólo nos traían cada 15 días por eso íbamos al río a traer agua, eran los 60´s y así murió mucha gente y entonces el cementerio empezó a llenarse.” Se lamenta que sólo haya guardián hasta las 6 de la tarde porque la noche no viene sola: “vienen los fumones, los choros”. Ha mandado a poner rejas, plantas muy bonitas en las tumba de su esposo que otros se han llevado, cosa que me confirma la idea de que sólo hay que temerle a los vivos.

He venido a buscar una tumba. Hay mucha gente. Compro un paquete de velas y un ramo de flores y entro. Me aúno a la larga fila que ha desembocado en el camino no muy ancho de la entrada y que se abre paso entre tumbas y cruces y donde hasta las piedras parecen reflejar el calor sofocante. Al entrar hay una cruz con los símbolos de la pasión, adornada con una estola y flores a cuyos pies un grupo de personas rezan y encienden velas. El sol arde inclemente en la mitad del cielo. Las pisadas elevan una hiedra de polvo que se trepa en el viento, sube alto, hasta un cielo teñido de un pálido celeste, vacío de nubes, de palomas mensajeras que lleven las esperanzas un poco más arriba de las barbas de Dios. Luego el polvo cae indolente, como lluvia seca, ametrallando nuestras cabezas.

Para tener un pequeño espacio aquí es necesario pagar un derecho de entierro y uno de construcción. Las tumbas se construyen con ladrillo y cemento y sobre la superficie emergen las puntas de unos fierros que serán usados para seguir levantando el segundo piso y el tercero y así más nichos conforme la muerte vaya convocando a los otros integrantes de la familia. Algunas tienen colores azules, rosados o están adornadas con mayólicas o azulejos. Otros difuntos menos favorecidos sólo tienen espacios rodeados de rocas pintadas con una mano de pintura como único adorno. No hay ánforas griegas ni esculturas de mujeres con perfil renacentista y gestos de desconsuelo. Aquí hay polvo, piedra, paisajes eriazos, sequedad absoluta, hay botellas de plástico de Inka Cola usadas como floreros, mujeres de trenzas grandes y polleras largas, hay sonidos mágicos del quechua y del huayno entrenzados en su solo ritmo, toldos multicolores y cartulinas anunciando los platos de comida que se venden, hay tumbas que parecen haber sido excavadas por pura improvisación, por el deseo de encontrar para quien se quiere un lugar digno para su entierro. Hay todo eso pero no tristeza. Los quebrantos y plañidos no se oyen, no tienen espacio en este lugar poblado de sonidos vivos, de colores. La muerte no se está llorando, la muerte se está celebrando, la muerte se está viviendo.


 



Camino hasta la parte trasera del cementerio donde el cerro se empina más y ya no es fácil andar pues no existe un camino y hay que abrirse uno espontáneamente. He venido a buscar una tumba. Trepo entre los nichos, asiéndome de las cruces o de las inmensas rocas. Avanzo tratando de no pisar las sepulturas pero es imposible. Todo es un caos de cruces sencillas, hechas de madera simple, a algunas les falta la barra horizontal y parecen un asta apuntando a la infinidad celeste. Finalmente aparece una escalera bien mantenida que ayuda a hacer el trajín menos complicado y que también usan quienes viven en las partes altas del cerro cada vez que bajan a la ciudad o vienen desde allí.



   













Al llegar por fin a la parte superior del cementerio se ve una hilera de piedras que define su límite con la zona de las casas que se han construido. Me siento en una gran roca y observo: abajo Lima parece un monstruo adormilado. Hacia el este han levantado una larga pared de maderas como si fuera un fuerte apache. Le pertenecía a una empresa que extraía piedras de estos cerros para diferentes construcciones. Un error de cálculo los condenó a la quiebra: las piedras en abundancia no estaban allí sino en el espacio del cementerio, pero ya es demasiado tarde para darse cuenta, hoy el lugar tiene un título de propiedad firmada por la muerte. Hay tantas piedras que recuerdo que la única vez que estuve aquí para el entierro de un allegado, hace muchos años, cubrieron el hueco echando primero sobre el cajón lo que más abunda: rocas. El sonido contundente de las piedras cayendo sobre la madera dejaron en mí un recuerdo imborrable: TOC, TOC, TOC… la desmedida percusión de la muerte. Al llenar un gran espacio del nicho con piedras recién empezaron a echar la tierra.
 



 
Busco algún rostro conocido, alguien en quien reconocerme pero no hay nadie. He venido a buscar una tumba. Y encontrar en medio de un bosque de cruces no es fácil. Aquí arriba están las personas moviéndose con soltura entre cruces y nichos, mundo en miniatura que bulle, que avanza sobre la tierra plagada de muertos ya que por más que este sea un espacio donde la muerte ejerce su dominio no por ello la vida está ausente, al contrario, se hace presente con fuerza inusitada, con imaginación y hasta con colorido. Los vivos tienen que seguir en la ruta y la muerte es un evento interesante para ganarse la vida vendiendo lo que se pueda o comprando lo que se deba
 
 

EL DIA DE LOS VIVOS



Hace calor y un heladero es en este cementerio más solicitado que un cura; aparece uno que empuja con incomodidad la bicicleta atascada entre el polvo y las piedras; la gente le rodea como a un oráculo. Le compro un helado y conversamos un poco luego le pregunto cómo va el negocio: “Hoy salgo grueso, hay que aprovechar a los muertitos”.
Al lado de unos nichos veo una sombrilla de colores encendidos y debajo a una mujer atrincherada entre ollas y cacerolas de gran tamaño que usa las tumbas como un mobiliario extraño para poner algún cucharón, un cajón, un balde o un plato. Mientras que esta mujer va escogiendo presas encebolladas y trozos de papa de una gran olla y los sirve a los comensales reunidos alrededor de un nicho como en un pic-nic dominical, una chica joven sale rauda a todos los rincones del cementerio cargando cajas de cerveza que los visitantes le solicitan, toda la tarde haría lo mismo. “Amiguita, una caja de cerveza”, “Amiguita, tráete pa´ca una gaseosita”; salud por los ausentes… y por los presentes también, claro está.




Se me acerca un niño llevando una botella con agua y una escoba, en los bolsillos de su pantalón raído se apelotona una franela: “Seño, le limpio a su muertito”. Su cabeza parece un trapo exprimido arrojando gotas de sudor por los surcos en su piel cetrina, tostada por vivir expuesto el peso solar de todos los días. Cobra 50 céntimos por limpiar las tumbas con sus pequeñas manos, dándoles, al menos por un día, un aspecto menos doloroso. Le doy unas monedas y no le pido que limpie a mi muertito porque yo tampoco lo encuentro. Me mira extrañado y se va a ofrecer sus servicios a otras personas.


Un hombre toca a ojos cerrados un arpa andina, lo acompañan cuatro saxos y un clarinete. Los parientes de un difunto le han pedido tocar “Adiós juventud” porque “al viejo le gustaba esa canción”. Los músicos se ponen frente a la tumba y empiezan a tocar. Los familiares beben cerveza y sonriendo canturrean estrofas del huaynito, sonríen pero entre ellos advierto a una mujer que escucha en silencio con los ojos empapados de memoria líquida, ojos brillantes como charcos iluminados por los más tristes astros. Alguno tira un poco de cerveza al suelo, ese suelo que contiene ahora los restos de quien alguna vez estuvo, como bebiendo con esa ausencia. Acabada la música los parientes hacen una colecta y les pagan a los músicos que agradecen y se van a buscar otra familia que quiera cantarle a sus muertos las canciones que aviven su recuerdo.






Un muchacho mezcla en unos baldes la pintura azul con el que adornará un nicho, le han contratado para poner presentable la iglesia en miniatura que adorna la tumba mientras que otro, pico en ristre, ofrece ensanchar el espacio, el hueco, el rincón de tu muertito. Un tipo barbado, alto y flaco como una cruz incompleta se abre paso entre las rocas con sus sandalias empolvadas, se dirige a las familias ofreciendo “ayuda espiritual”. “¿Cuánto cobra hermano?” le preguntan. “Su voluntad nomás” responde. “Ah, entonces récele”. “Oremos hermanos…"
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ENCONTRAR - ME

Los niños juegan a las escondidas, corren sobre las losas frías bajo las cuales la muerte reina silenciosamente: la inocencia de la vida extiende sobre la oscuridad sin límite su patrimonio de alegría y felicidad. Sobre alguna tumba, un hombre totalmente ebrio dormita en brazos de su amante como si durmieran juntos en la banca de un parque. Algunas personas comen sentados sobre los nichos, otros lavan el cemento de las tumbas como quien baña un niño, con delicadeza, con paciencia. Más allá un hombre se arrodilla sobre el polvo. Habla, conversa, prometiendo lo que hará, recordando lo que ha hecho. Una mujer se pone en cuclillas frente a un nicho, susurrando posa sus manos sobre el cemento como quien toca un tacto prohibido: despacio, delicadamente; luego pone flores, caramelos y agua. Más arriba tres hombres hablan casi a gritos, ríen y se llenan la boca de recuerdos. A sus pies muchas botellas de cerveza y unas ramas de flores pisadas. A sus pies tres cruces y tres nichos, a sus pies la continuación de lo que un día serán sus inevitables destinos.

 
Por fin, a lo lejos reconozco uno rostro. Mi tía Fortunata llega con toda su parentela y se ubican en una tumba. He venido a buscar una tumba y la he encontrado. De no haber visto a mis parientes nunca lo hubiera hecho. “Aquí yace Paulino Velarde” jugueteando con un nieto de 2 años, y más atrás otro nieto, angelito que estuvo de paso por el mundo un solo día. El tío Paulino era uno de esos hombres que no se iba a morir nunca. El tío Pauli y la tía Fortu eran una pareja de leyenda, se amaban mucho y no se separaron nunca. El amor es también pasión y se mandaron a pedir 11 hijos. “Todo niño viene con su pan bajo el brazo” solía decir él. Tierno y ocurrente, contaba sus anécdotas con tal gracia que te destornillabas de risa. Por vez primera conozco a mis primos, nunca antes les pude ver. Se sorprenden de verme allí y poco a poco vamos ganando confianza. La tumba del tío está muy bien cuidada. El amor después de la muerte continúa en manos de Fortu: ha mandado a barrenar parte de la ladera y con las piedras que han sobrado ha hecho un pequeño espacio para que la numerosa parentela tenga un lugar cómodo donde sentarse cada 1ero de noviembre. 

 
El tío Pauli hubiera deseado ser enterrado en su Tambo natal (Ayacucho), pero no se pudo, la muerte como todo evento que pareciera imposible y lejano se hizo posible y demasiado cercano un día. Tenía que ser enterrado allí, en ese cementerio de la periferia limeña. Pero Fortu fue hasta Tambo, recogió tierra del lugar y lo trajo hasta la tumba de su amado: “Te he traído tierra de tu pueblo, ahora puedes estar tranquilo…” le dijo. Tía Fortu me cuenta que ha mandado a hacer la escalera que conduce a esta parte elevada del cementerio y que yo usé. Mi primo Jesús, que ahora vive en Madrid y ha venido a visitar a su padre, manda a pedir cervezas y empezamos a tomar, sentados sobre la tumba de Pauli. Cambio de mirada, ya no soy yo quien observa lo que los demás viven, ahora soy yo quien vive, quien forma parte de este ritual. Estamos hablando de nuestro ausente y casi sabemos que nos oye, que está allí mirando como corren sus nietos y tataranietos, como seguimos a su lado.
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FIN DEL DIA

El sol ya casi es un fanal cayendo en picada sobre un horizonte incendiado de colores agónicos. Se encienden las primeras luces de las velas aquí y las artificiales de los postes abajo, en la ciudad. Alguna fogata emana un olor a plantas, el humo se eleva sobre las cruces, las personas se desdibujan. El viento esparce la música que no se ha detenido en toda la tarde, la revuelve con las risas, con el griterío convirtiéndolo en un solo y distante sonido, sonido que trae fragmentos de memoria, que lava la herida de la ausencia.


Ya casi a las 7 las cortinas de la noche se han corrido sobre el ventanal del cielo y ha extinguido totalmente la luz; el día es un recuerdo pero la vida sigue aquí en todos estos hombres y mujeres que no quieren dejar a sus muertos más solos de lo que ya están. En la cruz de la entrada del cementerio las velas siguen ardiendo, espantando con tenues fulgores la oscuridad total: han sido encendidos por todos aquellos que no pudieron ir a visitar a sus difuntos por tenerlos lejos y que allí al pie de esa cruz, mirando la cerrazón infinita del cielo, rezan pidiendo por los que se fueron porque hoy no podrán estar allí donde estén sus restos, bebiendo y comiendo, cantando un huayno, riendo, pero no habrá trecho que la lucecita de su esperanza no cruce, reflejo de un amor que se pronuncia a lo lejos, cruzando los abismos de la muerte, la distancia y el tiempo.


Pablo Solórzano
Tomado de: "La brújula del azar"






10 septiembre 2011

DE LA LIMA CRIOLLA A LA LIMA CHICHA




¿La heterogeneidad sociocultural solo divide o también enriquece? ¿Cuáles son las experiencias comunes de los limeños? ¿Cuál es legado de la Lima cortesana virreinal y de la criolla Lima republicana? ¿Es ya el horizonte cultural chicha el hegemónico en nuestra megalópolis?

La experiencia urbana integral de la ciudad de Lima es ya imposible. No una, sino muchas ciudades habitan su territorio. El limeño se desplaza regularmente por un promedio de seis distritos (en ellos habita, estudia, trabaja, compra y se divierte) y desconoce casi completamente los otros treinta y siete. El crecimiento caótico, las insuficientes vías de conexión transversal, un sistema público de transporte obsoleto y peligroso son factores que atentan contra la cohesión. Además de las barreras físicas, hay murallas simbólicas que también fragmentan nuestra ciudad.

Los jóvenes migrantes de Lima Este que se desempeñan en los oficios peor remunerados y que viven bajo la línea de pobreza no tienen nada que compartir con quienes han llorado por la venta de Wong y se refugian cada verano en las exclusivas playas de Asia. Tampoco tienen nada en común, los habitantes de la Lima tradicional (esa pequeña franja que languidece en La Victoria, Lince o Jesús María) y la nueva clase media emergente de Lima Norte o Lima Sur. No se puede negar que Los Olivos y La Molina tienen ese aire de familia de los parvenue que desde las fachadas de sus viviendas anuncian impúdicamente su nueva condición. Allí viven los que creen obligatorio el viaje iniciático a Disney, los que bailan con todo tipo de música que esté de moda, y quienes aprecian películas como Titanic o cantantes como Gianmarco, es decir, los que viven entre la colosal trivialidad y el simulacro pop. El kitsch es su divisa y como lo sintetizó un lúcido congresista, ellos solo juran "por Dios y por la plata".
Nada más efectivo para delimitar una ciudad que el consumo de drogas. Desde el popular y económico "pay" (pasta básica de cocaína) hasta la sofisticada caspa del inca, desde la romántica marihuana hasta las coloridas cápsulas de ecstasy, cada sector social tiene sus propios vicios. El "pay" es para los desesperados, los pobres del centro de Lima, Surquillo, El Callao, Breña; la coca para Miraflores, La Molina, Surco; la marihuana se encuentra en los distritos que tienen universidades y donde vive la escuálida clase media intelectual: Pueblo Libre, Barranco; el ecstasy para la dorada juventud globalizada. A pesar de las diferencias socioculturales, los sofisticados mecanismos de distinción, y los silenciosos, pero eficaces prejuicios racistas, los limeños comparten, principalmente, la televisión, la comida y la música. ¿Quién no conoce a Magaly Medina? ¿Quién no ha comido un cebiche ya sea en Pescados capitales o en los "agachaditos" de una carretilla? ¿Quién no ha bailado una cumbia o alguno de sus derivados? Los goces nos unen, los dolores nos separan.

El consumo de la cultura popular internacional y la voluntad de estar conectados a las redes globales de la información son también dos prácticas compartidas por casi todos los limeños. De la Lima virreinal, todavía conservamos la heterogeneidad racial, el amor a la fiesta incesante, el gusto por la sátira y una sociedad cortesana educada en la adulación y la corrupción. En 1792, el poeta Esteban de Terralla y Landa describía así las calles de Lima: "Verás después por las calles/ Grande multitud de pelos,/ Indias, zambas y mulatas,/ Chinos, mestizos y negros". Hoy el extendido mestizaje ha empobrecido la pluralidad, pero todavía ofrecemos una paleta racial múltiple y complejamente jerarquizada. El desprecio por el trabajo manual y el respeto formalista a los rituales religiosos han sobrevivido varios siglos. El limeño acomodado ejerce poder y discriminación sobre su empleada doméstica cotidianamente, pero el domingo asiste a misa para vivir su cuota de cristianismo semanal.

La modernización social insuficiente, la modernidad política frustrada y la impostura constituyen los grandes legados de la Lima republicana. De esa Lima criolla, conservamos la pasión morada por el Señor de los Milagros, el entusiasmo por los carnavales, la fascinación por lo moderno y lo extranjero, y un patriotismo declamatorio. Las casas de juego, los fumaderos de opio y las discretas casas de tolerancia de la belle époque han sido reemplazados por los casinos más huachafos del mundo, las discotecas, y los luminosos night clubs siempre adaptados a la perversión sexual y a la billetera de cualquiera. Desde hace varias décadas, Lima empieza a mostrarse como un mosaico plural de signos y prácticas sociales que rebasan los horizontes tradicionales de comprensión, se acumulan los fragmentos, pero falta la visión unitaria e integral.

La imagen cultural de una Lima con un solo centro se ha resquebrajado de forma irreversible. Si para la agonizante Lima criolla el río, el puente y la alameda conforman los símbolos de su identidad sentimental, para la hegemónica Lima chicha: la combi, el cerro y el hostal constituyen los espacios físicos de la nueva sociabilidad. Si la Lima criolla fue siempre receptora de poblaciones inmigrantes (africanos, chinos, japoneses, italianos), la Lima chicha es un semillero de exportación de jóvenes y no tan jóvenes a Chile, Argentina, Estados Unidos e Italia.

La cultura chicha limeña es un sistema móvil de significantes tradicionales, modernos y globales que emplean los códigos y los formatos hibridados de la cultura de masas y las culturas populares urbanas. La oralidad andina, el habla callejera, la cumbia con todas su variantes y derivaciones, el pornopatrio, la prensa sensacionalista, el grueso humor televisivo, etc. son la gran matriz en la cual la mayoría de limeños se comunica, interactúa y se reconoce socialmente, formando un conjunto de valores y actitudes hacia la vida que desde el imaginario y la práctica social cumplen las funciones clásicas de cohesión social o por lo menos de simulacros consolatorios.

La cultura chicha, mediante la trasgresión, la irresponsabilidad, el triunfo individual, la mezcla incesante, la memoria andina, el capitalismo popular, el kitsch, la imaginación melodramática, la ética del trabajo y la superación social, ofrece nuevas categorías de pensamiento, nuevas formas de ser y estar en una ciudad, simultáneamente, andinizada y globalizada. Sin embargo, no debemos caer en la idealización de la cultura chicha, ella también reproduce exclusiones, se nutre de la racialización de los subalternos y adopta la lógica de la mercancía y del mercado deshumanizador.








Marcel Velázquez Castro
Lima, Perú
29 de enero de 2008




08 junio 2011

Sara Hellen: De Mujer Vampiro a Santa Milagrera



Sara Ellen Morgan, nació el 23 Abril de 1862, en el seno de una familia pudiente. Su padre fue John Carmen Morgan. Su madre se llamaba Rebecca D. Barker.
Sara tenía cuatro hermanos, Dora Almeda Morgan, William Norman Morgan, Augustus Orren Morgan y John Theron Morgan, quienes, aparentemente, llevaron una vida absolutamente normal.

Se dice de ella que era una mujer hermosa, casada, pero muy conocida por su afición a la magia negra y a los embrujos. Fue acusada de vampirismo, más concretamente, de ser una mujer vampiro. Versiones más escabrosas -y contradictorias- aseguran que Sarah Ellen fue amante de George Hodgson (aka: el vampiro de Dent). Una última versión afirma que fue la esposa de un tal John Roberts, un marino mercante, y que su muerte -o No-Muerte- se prodijo en alta mar.
En su natal Blackburn, Inglaterra fue acusada por sus vecinos de brujería, vampirismo y asesinato, y por ello ajusticiada en 1893. Antes de morir, Sarah Ellen, habría lanzado una insólita maldición, en la que prometía que cien años después de su muerte volvería para vengarse de los descendientes de sus asesinos, transformada en la figura de una hermosa mujer.

La leyenda cuenta, que a las gentes de la ciudad el vaticinio les preocupó y obligaron a su marido a enterrarla lo más lejos posible de Blackburn, y de Inglaterra. Sus restos fueron enterrados finalmente en 1917 en suelo de la ciudad de Pisco en la costa del Perú.

Otras versiones afirman que su marido viajó a Pisco y que ella enfermó gravemente, circunstancia que aprovecharon sus vecinos para acabar con su vida. Cuando estaba agonizando Sara les maldijo asegurando que volvería del más allá ochenta años después para cumplir su venganza.

Esto ocurría el 9 de junio de 1913 y fue tal el miedo provocó entre sus parientes que su cadáver le fue enviado a su esposo en Pisco, donde éste le dio sepultura.

En cuanto a la tumba de Sarah Ellen, existe una versión menos romántica y misteriosa. Se cuenta que era la esposa de un marino mercante Inglés y que enfermó gravemente cuando el barco, que capitaneaba su esposo, ancló en Pisco. Uno de los remedios que ingería para su mal era un liquido de subido color rojo, que muchos interpretaron como sangre y de allí la historia del vampirismo y todos sus agregados posteriores.

Cómo y que momento llega al Perú, los “pisqueños” no lo tienen muy claro. Para muchos es considerada una santa muy eficiente para unir a las parejas, muchos rezan frente a su nicho, agradecen favores concedidos y le llaman, con cariño, “doctora corazón” o “casamentera”.

Su resurrección se esperaba para el 9 de Junio de 1993. Para algunos testigos de esa época tal resurrección no se produjo pero, ese día, la lápida de la tumba comenzó a crujir. Desde antiguo el lugar de su reposo eterno era visitado, periódicamente, por curanderos y peregrinos para rezar a fin de que la mujer vampiro no abandonara su tumba. Estaban convencidos que Sarah Ellen, pese a todo, resucitaría algún día.

Se dice que en el pasado en muchas casas del pueblo ser colocaban trenzas de ajo que, como se sabe, según la tradición alejan a los vampiros que quieren morder a sus inocentes víctimas, a ello se agregaron estacas de madera y cruces bajo las almohadas, para alejar el peligro de alados vampiros que pudieran irrumpir en las casas en busca de sangre de sus moradores.

Cuentan que el año 1993, a contar del 9 de Junio, decenas de personas se dirigieron al nicho donde reposan los restos de la “mujer vampiro”, en tanto que las autoridades aumentaron la vigilancia policial en el cementerio a fin de descartar la posibilidad de una profanación. A las cero horas de cumplida la fecha de la maldición la radios anunciaron que esta no se había cumplido.

Para algunos habitantes, la maldición no fue cumplida por ser las palabras de Sarah interpretadas como un enigma, y que ella lo que quiso decir es que en esa fecha se reencarnaría en una mujer. Se interpreta esto como que ese día nació, en algún lugar, una niña que con lo años tendría singular hermosura y mediante la cual la “mujer vampiro” ejercería su anunciada venganza.

Sin embargo la leyenda original tiene más de cien años y en cada uno de ellos, que duda cabe, se le agregan nuevos detalles a lo que debemos incorporar, ahora, la milagrosa resistencia de la tumba al tercer sismo más grande registrado en el mundo.

DE BRUJA VAMPIRO A SANTA MILAGRERA

Un curioso efecto que tuvo lugar tras los hechos vividos en 1993 es que Sarah Ellen empezó a ser vista por muchos como un ser que concedía favores, especialmente referentes a la salud, a quien le mostrara devoción. En especial los jóvenes comenzaron a verla como la "santa del amor", como una especie de patrona del amor eterno. Muy probablemente el halo romántico que rodea al vampirismo, la eternidad que se le supone y sus aspectos eróticos podrían haber favorecido esta creencia entre los más jóvenes. Poco a poco aquellos que creían que Sarah les había concedido lo que pedían empezaron a poner placas conmemorativas y a visitar la tumba de la inglesa para ponerle flores como ofrenda y en señal de agradecimiento.

Un desgraciado fenómeno natural que sacudió Pisco volvió a poner a Sarah Ellen en el candelero. Se trata del terremoto que asoló la ciudad el 15 de agosto de 2007. Una extraña casualidad quiso que se derrumbaran los pabellones del cementerio, quedando afectado hasta un 30% del mismo.
Alrededor de la tumba de Sarah Ellen escombros, ruina y cuerpos que asoman entre los ataúdes rotos; y la tumba de la "santa del amor", intacta. De nuevo se volvieron los ojos a las historias de la inglesa. Así ha recobrado algo de su fama, que nunca perdió del todo, pues sigue contando con un grupo de fieles devotos.

Al menos una veintena de exvotos decoran la tumba, unas veinte personas la visitan a diario, y siempre hay flores frescas. Y las visitas parecen haber aumentado desde que se propagó el hecho de que la tumba había quedado intacta en medio de los destrozos, pues cada vez tiene más flores. Así, por ejemplo, comentaba a un periodista uno de sus devotos: "Sarita es milagrosa, me ha salvado de la muerte y a mi familia también, por eso vengo a agradecerle y pedirle que sane a todos los heridos. Ella es una santita", dando fe de que el sentir popular venera sinceramente a esta mujer cuya tumba fue respetada por la Naturaleza, un acontecimiento sobrenatural para algunos.
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 Y así, Sara ha vuelto al imaginario popular. Ahora hay pequeñas plaquitas que, discretas, la acompañan. Gracias Sarita, por el milagro concedido. Muchas Gracias Sara Hellen, por curar a mi hijito. O simplemente, Gracias, Sara. Para la gente del pueblo de Pisco, tierra de temblores y Licor, la pureza del sepulcro es suficiente prueba de que la mujer repudiada de los mares sea digna de confianza y veneración. Y qué mayor prueba de bondad de la santa sino la devoción de su esposo, que habiéndola podido dejar abandonada a los tiburones en las profundidades del mar de nadie, la trajo hasta el fin del mundo para que pudiera descansar. A un pueblo acostumbrado a los brujos y amante de las mujeres bonitas. Un pueblo gentil con los extranjeros que por pobre sabe ofrecer una segunda oportunidad...
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01 junio 2011

Sobre la llamada Cultura Chicha



La cultura
La cultura es el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.
La UNESCO, en 1982, declaró:
...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.

La cultura es la abstracción del comportamiento humano socializado y para mayor puntualidad Robert Redfield decía que se expresa a través de actos y artefactos pero no consiste de ellos y Frederick Hulse señalaba de su lado, la cultura no solo es creada a través del actuar humano social, sino la creadora de éstos.

Sincretismo
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Sincretismo hace referencia al sistema filosófico integrado por elementos que son fruto de la unión y conciliación de doctrinas distintas. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes.
Etimología: La palabra proviene del griego antiguo sinkretismós, "coalición de dos adversarios contra un tercero", en alusión peyorativa a los cretenses, a quienes los griegos consideraban traicioneros.
Esto se puede reflejar claramente con la llegada de los Españoles a América y Canarias, con la fusión entre el cristianismo y las creencias de los habitantes de estas tierras para esa época, creando así una mezcla entre doctrinas, creencias, tradiciones y leyendas típicas de ciertos paises.
El sincretismo cultural se refiere al proceso de transculturación y mestizaje entre distintas culturas. En términos generales, se refiere básicamente a cómo se dio ese proceso entre Asia y ´El Nuevo Continente´. El sincretismo cultural puede presentar aspectos positivos (cuando unifica y potencia distintas creencias y prácticas sociales) o negativos en el caso de que se practique una superposición de esos códigos con la consecuencia de aplastar lo heterogéneo.

Sincretismo Cultural en el Perú
El siglo XX ha sido el siglo de las migraciones. Eso ha hecho que se produzca una riqueza cultural por la confluencia de varias culturas que conviven en un mismo espacio social. El Perú no se escapó de dicho fenómeno, y me refiero fundamentalmente a las migraciones internas. Lima recibió la mayor cantidad de migrantes justamente después de los años 1950. En los barrios populares se congregó gente proveniente de muchas provincias serranas.
El sincretismo cultural se vivió en carne propia cuando la gente de los barrios comenzó a entenderse a pesar de las confrontaciones y resquemores iniciales, y experimentaron que la existencia de un "otro" diferente a ellos en sus formas de hablar, de ser, de escuchar su música o disfrutar de sus comidas, los enriquecía. No es que se haya dado de manera consciente; los encuentros en un mismo espacio los han "obligado" a disfrutar de los bailes y comidas de los otros, y a conocer las diversas costumbres y vestimentas. Por supuesto esto ha sido un proceso no exento de contradicciones y conflictos, un aprendizaje en la práctica cotidiana. A todos los unía la misma situación, vivían el mismo contexto social, las mismas dificultades y las mismas carencias. Este tipo de aprendizaje ayudó mucho a romper barreras regionales en la ciudad y a reconocerse uno al otro.

"CHICHA"
Chicha es el nombre de una variedad de bebidas alcohólicas derivadas de la fermentación del maíz y otros granos originarios de América, pero también de frutas como manzanas y uvas. Son bebidas en toda América Latina desde antes de la llegada de los españoles. Por lo general es una bebida suave, de no muchos grados alcohólicos.
The word "Chicha" also means an informal, popular, cheap and transient arrangement, creating the "Cultura Chicha" ("Chicha Culture"), a mix of concepts made by the immigration for people outside of Lima to Lima. For example, "Diario Chicha" ("Chicha Newspaper") refers to Peruvian yellow press and "Musica Chicha" ("Chicha Music") refers to Peruvian Cumbia

UNA CULTURA LLAMADA "CHICHA"
La búsqueda en un diccionario de peruanismos dará pocas luces sobre el real significado de "Chicha", extraña palabra,  pues sólo dirá "bebida a base de maíz" pero hoy los peruanos la reconocen como el vocablo que mejor describe una floreciente industria cultural urbana que no teme enfrentar a las grandes industrias del entretenimiento, con expresiones musicales, editoriales, arquitectónicas y lingüísticas.

¿Cómo se empieza a hablar de Cultura Chicha?
Respecto a la denominada cultura chicha, sus inicios están relacionados con el surgimiento de la música chicha. No es que este género musical haya "creado" una nueva cultura distinta a la que se venía formando en la Lima provinciana, serrana, sino más bien ha recogido, desde la producción musical-cultural, una forma de expresarse de los migrantes provincianos de la ciudad. Esta forma de expresarse se manifiesta en la música, que es una mixtura, el producto de intercambios culturales
Esto se dio gracias a que en búsqueda de renovación, grupos musicales del centro del país mezclaron la cumbia colombiana con sones  andinos, naciendo la "música chicha".  Hay versiones sobre esta historia pero se coincide en que fueron "Los Demonios del Mantaro" quienes en los años 60 comenzaron a interpretar con ritmo peculiar "La chichera", cuya grabación, en 1966, batió records de venta.  En 1970, el líder del grupo Los Ecos, editó un disco en el que adjetivaba su música con el término "Chicha"27, diciendo en una entrevista que "Aunque muchos no asumen lo de "chicheros" o "chicha" por el peyorativo manejo que hacen del término, otros sí se sienten orgullosos".
Otro estudioso del tema nos amplía la explicación sobre el término que en algún momento pasa de lo sencillamente descriptivo de la famosa  bebida andina, a ser un vocablo calificador:
     "La chicha ha tenido en general una connotación despectiva, siendo menospreciada y entendida, muchas veces, sólo como diversión de la gente "achorada", "maleada", asociándola así no sólo con la música en sí, sino con un determinado tipo de personas social y culturalmente cuestionadas.
 Esa connotación tiene su origen, sobre todo, en los prejuicios sociales que siempre han existido en contra de los sectores de menores recursos y por los cuales se considera banal y denigrante todo lo que produce el pueblo, valoración ampliamente difundida por los medios de comunicación de tendencia conservadora y parcializada"28.
El fenómeno ya había sido advertido por antropólogos como Degregori quien observó que la música chicha era expresión de un fenómeno cultural que tenía que ver con las nuevas presencias andinas en la capital. En 1984 escribió:
     "La chicha permite la cohesión grupal de esa inmensa masa de migrantes andinos, articulados cada vez más estrechamente a aquellos que no migraron, o regresaron, o se aprestan recién a migrar (…) la chicha es cada vez más el remate final y multitudinario de infinidad de fiestas andinas, folklóricas y patronales en sierra, selva y costa (…) el público criollo, limeño, ha desertado del vals criollo por la "salsa" como ritmo favorito de las fiestas , pero incluso ésta es derrotada ampliamente por los huaynos y la chicha, que llenan coliseos y desbordan estadios…"29.
Ya abordando los años 90, efectivamente, los locales para bailar la cumbia andina eran llamados "chichódromos" y estaban en el centro de Lima. En amplios terrenos que servían para estacionar autos en el día, se improvisaban estos lugares:
"Entre el apacible suspiro de la capital en domingo, el jirón Lampa es la excepción. Jóvenes y adultos comienzan a llegar a las puertas de los chichódromos desde las tres de la tarde. "Haz tu cola, chochera" gritan a los advenedizos. Por 4 soles el vacilón está asegurado, al menos en un primer nivel, ya que para aumentar sazón a las juergas las chelas son el ingrediente infaltable.."30.
Se vendían carteles, discos. El grupo favorito era Los Shapis,  y la estrella máxima "Chacalón", que reunió a 20 mil personas en su entierro diez años más tarde. El público era fácil de identificar, jóvenes migrantes o hijos de migrantes, de bajo nivel sociocultural. Allí se popularizó también la lengua "chichera".
Todo este cuadro de alguna manera repitió lo sucedido con la primeras olas de migrantes del interior y la creación de coliseos en la importante avenida Grau, la fundación de cientos de clubes sociales en esfuerzo por conservar y cultivar la cultura provinciana, y el tabloide "Ultima Hora" como lógica consecuencia de la presencia de públicos distintos a las que conocían los diarios tradicionales. Los cambios sociales peruanos de los últimos años  han sido muy estudiados y remitimos al lector interesado a los especialistas31.
Si una definición de cultura urbana debe incluir música particular, modos distintos de expresión verbal (o jerga), producción editorial, estilo arquitectónico, la "chicha" peruana merecería ser titulada una cultura, o "subcultura"  que ha crecido al lado de las populares tradicionales y de las importadas del norte.

 "Chicha" de exportación
No es sólo ya local la música chicha, especialmente en su última expresión, la "tecnocumbia".  Sea por la diáspora  peruana de los últimos años que ha llevado a cientos de miles de compatriotas a diversos países o por la atracción misma de las melodías chicheras (de ritmo sencillo y fácil de bailar),  es posible encontrar sus expresiones mucho más allá de las fronteras peruanas.
En Argentina, por ejemplo, donde hay una numerosa colonia peruana, han surgido versiones locales, reelaboradas, formándose grupos importantes y adoptándose allá también la costumbre de reunirse en grandes locales ("bailantas", lo que en el Perú llamamos "chichódromos") .  También ha llegado a Europa, como lo comprueba Quispe, y a los Estados Unidos. Hay grupos chicheros en Ecuador, Colombia, Brasil, Chile y Bolivia, que reúnen a grandes públicos admiradores de las estrellas máximas de la tecnocumbia.
Otras expresiones Chicha
 Lo que viene a diferenciar a esta expresión urbana de otras latinoamericanas es la presencia de otras manifestaciones llamadas igualmente "chicha", apelativo originalmente peyorativo que siguió el mismo camino de la música para trasladarse también al terreno de la prensa popular de bajo precio. La conocida "Tex-mex" por ejemplo, que podría equipararse a la música chicha por algunas características similares no tiene sin embargo presencia significativa más allá de la zona fronteriza entre los Estados Unidos y México.

Prensa Chicha     
En contrario, el periodismo popular peruano ha desarrollado una versión que encaja con lo llamado "chichero", es decir, aquel producto de la presencia andina en la costa asimilada a lo criollo preexistente. "La música y la prensa son privilegiadas manifestaciones de una sociedad" dice un observador del fenómeno, porque efectivamente capturan y asumen conductas  y estilos populares, proponiéndolas y recibiendo aceptación32.
 La prensa popular peruana nació con el formato tabloide en 1912 cuando se fundó el diario La Crónica, que recogía las propuestas de los diarios sensacionalistas de los Estados Unidos. Pero fue recién en 1950 que el diario Ultima Hora recogió elementos populares para sus títulos principales; así por ejemplo, cuando en plena guerra de Corea un gran ejército de China ingresó a la confrontación, el diario puso en grandes letras "Chinos como cancha en el paralelo 38"33.
Era la primera vez que se apelaba al código linguístico restringido propio del hampa pero que ya había sido adoptado por los sectores populares migrantes34. Decir "como cancha" es decir "muchos". Fueron los periodistas quienes se percataron del fenómeno y lo utilizaron con éxito explosivo pues de la jerga o replana pasaron a las temáticas populares fundamentales, y entre éstas la música. Los migrantes traían sus aires folklóricos andinos pero no tuvieron problemas para adaptarse a los criollos costeños e incluso a la importación, como la música tropical cubana, el mambo. Una famosa canción de la época se tituló precisamente "Mambo de Machaguay"35.
En la década de los años 80 hubo aires renovadores en la prensa y apareció el tabloide El Popular, con páginas llenas de color, en 1984.  Le siguieron una serie de periódicos que combinaban el citado lenguaje restringido con uso amplio del color y apartándose claramente de los criterios de noticiabilidad comunes prefiriendo la información de entretenimiento.
Al iniciarse la década de los 90s era evidente el crecimiento de un  periodismo distinto, colorido, desinhibido,  francamente sensacionalista, que pronto recibió el apelativo de "chicha". Una característica central era su interacción con la televisión local pues sus temas favoritos eran, y lo son, escándalos comunes a la llamada Prensa del Corazón de otros países.
Hoy nadie duda en reconocerla: en los numerosos kioskos de las principales ciudades peruanas cuelgan, emblemáticos, los diarios  "chicha" que con mucha frecuencia, exhiben grandes fotos de las estrellas chicha.

Comida Chicha
 Hay más "chicha" todavía que registrar porque los estudiosos de la culinaria local  han encontrado que si bien no hay platos propiamente chicheros,  los nuevos limeños prefieren mezclar los platos tradicionales en combinaciones que a muchos les parecen imposibles de consumir36. "Comida chicha" la llaman.

Arquitectura Chicha
Arquitectos estudiosos de los nuevos estilos de construcción favoritos en las casas, han observado las preferencias de los migrantes o sus descendientes, apuntando que optan por los dormitorios pequeños y los salones amplios propios para hacer bailes o fiestas.

Televisión Chicha
Lo chichero está también en la televisión y en particular en la versión peruana de los "talk shows",  un género que exhibe descarnadamente problemas de todo tipo enfatizando en los conyugales; allí se dice y muestra todo ante enormes audiencias. La reina indiscutida de este tipo de programas es Laura Bozzo, captada por Telemundo y llevada a los Estados Unidos para producir y lanzar desde allí sus espectáculos tragicómicos a toda América Latina.
La popularidad de la Música Chicha y la capacidad de convocatoria de sus estrellas, llamó la atención  de los especialistas en marketing político y en particular a los diseñadores de la campaña de reelección del presidente Alberto Fujimori, en el 2000. Y no sólo se encargó una composición  especial, con letra sencilla, llamada "El Ritmo del Chino" sino que el propio candidato la bailaba en sus mitines, obligando a sus compañeros de partido a balancearse con su danza chicha.

La Estética Chicha
La "cultura chicha" se ha convertido no ya en un referente de lo informal: ha adoptado una estética específica que ha terminado extendiéndose en el tejido social del país, generando en sí misma un mecanismo de inclusión.
La cultura chicha transmutó lo rural andino en algo más común, algo que podía ser asumido para integrar dos mundos, el andino-migrante con lo citadino. Y principalmente por el uso de códigos comunicacionales comunes a ambos: el idioma, por un lado, y la plástica.
La plástica chicha no es ya "telúrica", marcadamente andina. Se transforma en la vistosidad colorida que conocemos, la cual sin embargo mantiene una identidad ajena a lo citadino. Esta plástica termina siendo un puente más efectivo aún. El poster chicha, colorido y aparentemente caótico, es un reflejo de la misma estética que inspira a la música chicha: ruidosa, llamativa, con un fuerte afán por la atención del espectador/oyente.
La profusión de colores esconde las limitaciones que se tienen. El medio, el afiche, puede ser gigante o tamaño tabloide, pero es profuso: busca llevar la mayor cantidad de información. Además no es elaborado con técnicas de fotocomposición o diagramación propias de la industria local. La elaboración es casi artesanal, usando técnicas de esténcil o serigrafiado. El material: papel común y pintura fosforescente. Fortunato Urcuhuaranga dijo en una entrevista de Perú21:
Eran las pinturas que usaba el Ministerio de Transportes en las carreteras, que brillaban en la noche y que hacía Tekno
Lo importante es llegar al público. La pintura en altos contrastes esconde una estructura básica: siempre hay un encabezado, siempre un pie. El cuerpo del poster es más importante y más amplio, es el que contiene la esencia del discurso y donde la cromática se deja sentir. No hay un desorden, tampoco un largo mensaje, una historia a decodificar como en la iconografía andina. Texto organizado y resaltado gracias a una estética propia. La estética chicha es innovadora pero a su vez rescata la comunicación visual de la publicidad tradicional, occidental si se quiere.
Hoy por hoy, ese lenguaje ha incursionado alegremente en todos los ojos del Perú. La Tinka usa el mismo juego de altos contrastes, y se ha identificado como producto con esos colores verde, amarillo y rojo. El diseño es distinto, el estilo en cambio es, en esencia, una prolongación del que inspiró a los primeros diseñadores de lo chicha: resaltar el mensaje a como de lugar, usando la cromática para esto y aún asi manteniendo cierto orden.
De esa estética chicha, antagonista con lo citadino, muchos han partido para explorar nuevas formas de comunicar el mensaje. En el caso de la plástica chicha, esta cobró ciudadanía y hasta fue "expropiada" por la ciudad. Neón Colonial fue una muestra en la Sala Miró Quesada de la Municipalidad de Miraflores que expuso una colección de posters inspirados en lo chicha pero que dejan de ser parte de lo chicha al ser "blanqueados" por la cultura y el discurso político. O eso dicen al menos…
Sobre la muestra Neón Colonial Gustavo Buntinx, curador de la misma, dijo:
Esta muestra recopila solo aquellos afiches que establecen una relación entre los pequeños-burgueses-ilustrados y lo popular emergente
Sin embargo, esta carta de ciudadanía es ya bastante morosa. Lo chicha aparece en los ochentas. Es recién por el año 1999 en que algunos recaen en su existencia. Tardíamente porque incluso Alberto Fujimori hizo uso de lo chicha, de la evolución de lo chicha, y erigió esta estética en bandera política. Entonces hablamos de una inclusión institucionalizada desde comienzos de los 90’s. El color naranja fujimori, que invadía medio país al ritmo de la technocumbia, daba paso a un estilo nuevo de imaginar el país.
Finalmente, todo lo mencionado anmteriormente Son algunos de los códigos con los cuales se identifica esta industria musical-cultural. Gracias a estas tragedias el pueblo se asemeja a un volcán lleno de cultura, que ha erupcionado ardientemente haciendo llegar sus lavas musicales hasta la ciudad. Esperemos que se le otorgue un reconocimiento a esta cultura que refleja sus tradiciones y que poco a poco empieza a surgir y apoderarse de la gran masa peruana.

La Cultura Chicha
La primera noción de la palabra "chicha" se adquiere con el diccionario donde figura como bebida, nombrada así originalmente por los indios cuna de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Es una popular bebida hecha de maíz. Habría que investigar en profundidad cómo se produjo ese traslado del nombre de la bebida serrana por excelencia a la música tropical-andina, esa mezcla de cumbia con huayno que alguien bautizó quizá con intención peyorativa y sin imaginar la fortuna de la denominación.
Y es que debe advertirse que "lo chicha" sugiere también lo ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente "maleada", "achorada". Cuando ya el vocablo pertenecía a la música se le calificó como "fenómeno cultural" convirtiéndose en objeto de estudio atento por científicos sociales, y en particular por los observadores de las mentalidades (conductas y pensamientos comunes de una comunidad, en definición mínima).
Poco a poco, lo que fue vocablo despectivo ha llegado a ser timbre de orgullo, por lo menos en lo que a música se refiere. La prensa amarilla ha tardado en reconocerse como oriunda de esa zona y más todavía la radio y la televisión.

Cultura chicha vs cultura combi
A la falta de control de las autoridades, a los abusos, a la corrupción y la informalidad que abunda en nuestro país, siempre la hemos considerado como características de la cultura chicha, sin embargo, los sociólogos prefieren considerarlos como parte de la "cultura combi".
Para el investigador Juan Carlos Vela, La cultura combi es la muestra de la formalización de la informalidad, representa la incapacidad de los peruanos para respetar y hacer respetar las reglas. "Dejar al pasajero donde mejor les parece, sobornar al policía, es algo cotidiano que ya a nadie sorprende", explica.
Vela Altamirano señala que en la cultura combi, a diferencia de la chicha, donde se tiene que respetar, tolerar y aceptar lo establecido, hay que corregir las cosas, porque su principal característica es la falta de respeto a las reglas y su amoralidad.
La cultura chicha tiene un origen socio-cultural que obedece a un conjunto de características de una sociedad en transformación, es producto del sincretismo y la mixtura de todas las culturas del país. Su concepción negativa se debe al racismo, al desprecio al indígena, al serrano, al cholo.
Mientras que la cultura combi representa la ausencia de las normas, en una sociedad donde cada vez se acepta con más naturalidad la informalidad. "Se está haciendo extensiva a todos los ámbitos de nuestra vida. La podemos percibir en los sectores transporte, comercio, construcción, servicios y hasta en las autoridades, incluso el mismo presidente Alejandro Toledo", enumera el especialista.

Cultura Chicha
Dentro esta historia observamos otro cocodrilo y ese es la cultura chicha que ha encontrado un sitio en la sociedad peruana y hasta la ha dominado casi por completo.
La cultura chicha (o el estilo neo-andino, según el artístico Eloy Jauregui)es hija predilecta de la informalidad, es también prima hermana de la cultura combi, en este contexto el Mototaxi es, nieto de la carretilla de los viejos fruteros, hijo del cholotaxi juliaqueño y bisnieto de los burros en punta carretera (final de la carretera).
El techo a dos aguas, con tejas es cada vez más frecuente en el paisaje de la capital, el cachineo (sano) y el trueque andino son parientes.
Los cocineros andinos en los chifas (restaurantes chinos), la cumbia, el huayno y su hijo la tecnocumbia, la piratería, de DVD; VCD; CD y todo lo que haya que piratear.
Se podría hablar más de la cultura chicha, pero es mejor invitar a cada uno de los lectores de estas líneas a dar un paseo por las cuadras de la que debería ser el corredor Ricardo Palma pero el que todos conocemos como la capital del departamento de Apurimac, la avenida Abancay. En sus 15 cuadras - incluyendo las que llegan hasta la plaza Manco Cápac en el distrito de la Victoria- usted podrá encontrar el resumen de la cultura chicha y como dicen los especialistas no hay mejor manera de saber y conocer una cosa que experimentando la(praxis), puede tomar la combi y llegar a este paraíso de sociólogos antropólogos investigadores y cuanto loco decida entenderla.

Segmentos emergentes.
La cultura chicha se basa en un fundamento ineludible, "la creatividad".
A esta cualidad innata del peruano se suma la necesidad de sobre salir en una sociedad que siempre les ha dado las espaldas, ellos no tuvieron otra alternativa que hacerlo a su manera.
Así lo reconoce Hernando de Soto cuando señala que el Misterio del Capital, no es otro que aquel capital informal, o marginal al mismo el que pertenece la cultura andina y esta potencialidad creativa es un capital que debería ser canalizado por las autoridades y crear climas necesarios para desarrollar adecuadamente y dentro de estatutos de legalidad y formalidad. Esta manera de trabajo marginal como su condición ha creado nuevas realidades económicas, para eso teneos un ejemplo claro que es Gamarra, un emporio comercial, que supera de largo a cualquier otro existente en el país y es uno de los mas importantes en Sudamérica, pues en tan poco espacio hay más de 11 mil empresarios y es allí donde existen 17 mil tiendas y en sus 20 manzanas se negocia al año más de 800 millones de dólares.
Esta cultura chicha a creado esa "economía neoliberal del cachineo" según Eloy Jáuregui. Y ha impulsado nuevos conos de producción y las grandes empresas y empresarios surgidos en décadas pasadas en la cúspide de la élite peruana, ya casi han desaparecido, estos son los nuevos peruanos que tienen el poder económico de la sociedad mayoritaria, aunque aún le duela aceptar a dueños de bancos y de consorcios que todavía son de la clase oficial.
"Su producción y comercio forman parte del mundo de la economía contestataria a la que pertenecen" (Matos Mar).
El historiador Franklin Pease, haciendo referencia a la informalidad de estos sectores emergentes o a la manera informal de iniciar sus actividades dice: "...hay un país formal y otro informal. Pareciera que hoy confiamos más en el azar que en un proyecto".

La sublevación de la cultura chicha
La denominada "cultura chicha" es el conjunto de signos que identifican a una cultura conformada por provincianos emigrantes en la capital. Se identifica, mayormente, por su variada música en la que se incluye folclore vernacular, pasillos, cuya temática de sus letras refleja el sufrimiento y la realidad del emigrante que acude a la ciudad para un mejor destino. Cultura que ahora parece estar en boca de todos, sobre todo en medios de comunicación con las trágicas noticias como la muerte de trece integrantes del grupo de cumbia Néctar, o de Rosa Aideé Barreto Retuerto conocida en el ambiente del folclore como "La muñequita Sally" y cuatro de sus compañeros de grupo. Y son algunos medios de comunicación los que se han adjudicado reportajes, por subir en las encuestas hacen todo lo posible, hasta lo imposible. Se ha detectado por ejemplo, en programas de Tv, ajenos a esta cultura, un interés evidente dedicando secciones y hasta programas enteros, cuando sus rúbricas son otros. ¿La cultura chicha está avanzando, o es la avaricia por el rating? No sólo hablemos de prensa escrita o televisión, hablemos también de la conquista radial de esta cultura, que antes solo se escuchaba en las emisoras AM, y ahora con la sublevación de los pedidos de las grandes masas es que suena en emisoras situadas en la FM. Ojalá, en adelante, se le dé importancia a esta cultura netamente peruana, y dejar atrás el rechazo, negación o descalificación y hasta cierta vergüenza por esta cultura, y ponernos así a calificarla y compararla con otras culturas, y hasta mejorarla. Cultura chicha es ahora cds con carátulas de sus integrantes vestidos con atuendos andinos, grandes afiches (de colores encendidos típicos en la vestimenta andina) en sectores populares y ciudad, incentivando a la masa al baile dominical, un mano a mano entre grupos, en donde se venden más de mil cajas de cerveza. Cultura donde los mismos emigrantes se desenvuelven como sonidistas, representes (managers), asistentes, colaboradores de estos grupos, también de gente emigrante. Y por qué olvidarnos de los emigrantes que viven plácidamente por estar encargados de estos bailes populares que dejan ganancias de diez mil soles en tan solo un día. Son estos algunos de los códigos con los cuales se identifica esta industria musical-cultural. Gracias a estas tragedias el pueblo se asemeja a un volcán lleno de cultura, que ha erupcionado ardientemente haciendo llegar sus lavas musicales hasta la ciudad. Esperemos que se le otorgue un reconocimiento a esta cultura que refleja sus tradiciones y que poco a poco empieza a surgir y apoderarse de la gran masa peruana. También esperemos que no sean víctimas de los medios de comunicación por el ambicionado reconocimiento o rating.
Arturo Quispe: La llamada cultura chicha está vinculada a significativos cambios sociales que se han vivido en el Perú desde los años 1950 en adelante. Producto de las grandes migraciones provincianas hacia la capital se empezaron a formar los barrios / pueblos jóvenes. La aparición de este enorme sector social conquistando un lugar donde vivir en las afueras de la Lima urbana ha ido ganando presencia en la vida limeña al punto que por varios años se habló de la "Lima provinciana", del "acholamiento" de Lima, de la Lima "achorada", y después de la Lima "chichera". Tengo la impresión de que ahora la capital del Perú es una amalgama de todas esas "Limas" en una. Lima actualmente está conformada por más del 90 por ciento de provincianos y sus descendientes en ya su casi cuarta generación. Esto ha hecho de Lima una ciudad más diversa y, hasta cierto punto, más democrática respecto a lo que era antes de 1950.
IPC: ¿Entonces la Lima de ahora es mejor que la de antes?
AQ: Eso no quiere decir que vivimos en el mejor de los mundos. No. Lo que sugiere es que Lima se ha hecho más plural por la presencia de gente procedente de las diversas provincias del Perú. A su vez, ese hecho de la convivencia de personas de diferentes sectores sociales y étnicos ha hecho más visible y explícita la discriminación social y cultural existente en el país. Esto último es expresado particularmente a través del racismo y la discriminación de todo lo que se vincule con el Ande o con lo afroperuano. La discriminación cultural y social ha sido la respuesta que han asumido ciertos sectores sociales altos y medios-altos que se sintieron desplazados de sus privilegios ante la cada vez mayor presencia de los provincianos con éxito. De allí vienen las famosas expresiones: "¿quién te has creído que eres?" o "son unos igualados".
IPC: ¿Y con respecto al sincretismo cultural?
AQ: Esto alude a la mixtura entre diferentes culturas. El siglo XX ha sido el siglo de las migraciones. Eso ha hecho que se produzca una riqueza cultural por la confluencia de varias culturas que conviven en un mismo espacio social. El Perú no se escapó de dicho fenómeno, y me refiero fundamentalmente a las migraciones internas. Lima recibió la mayor cantidad de migrantes justamente después de los años 1950. En los barrios populares se congregó gente proveniente de muchas provincias serranas.
IPC: Ahí la gente comenzó a mezclarse.
AQ: El sincretismo cultural se vivió en carne propia cuando la gente de los barrios comenzó a entenderse a pesar de las confrontaciones y resquemores iniciales, y experimentaron que la existencia de un "otro" diferente a ellos en sus formas de hablar, de ser, de escuchar su música o disfrutar de sus comidas, los enriquecía. No es que se haya dado de manera consciente; los encuentros en un mismo espacio los han "obligado" a disfrutar de los bailes y comidas de los otros, y a conocer las diversas costumbres y vestimentas. Por supuesto esto ha sido un proceso no exento de contradicciones y conflictos, un aprendizaje en la práctica cotidiana. A todos los unía la misma situación, vivían el mismo contexto social, las mismas dificultades y las mismas carencias. Este tipo de aprendizaje ayudó mucho a romper barreras regionales en la ciudad y a reconocerse uno al otro.
IPC: ¿Cómo así se empieza a hablar de cultura chicha?
AQ: Respecto a la denominada cultura chicha, te diré que sus inicios están relacionados con el surgimiento de la música chicha. No es que este género musical haya "creado" una nueva cultura distinta a la que se venía formando en la Lima provinciana, serrana, sino más bien ha recogido, desde la producción musical-cultural, una forma de expresarse de los migrantes provincianos de la ciudad. Esta forma de expresarse se manifiesta en la música, que es una mixtura, el producto de intercambios culturales.
IPC: ¿En todo peruano anida un espíritu chicha?
AQ: Si bien la música chicha existe en todo el Perú, no podemos decir que el "espíritu chicha" al cual te refieres esté en todas las personas y de similar modo en todas las regiones. La razón se debe a que la música chicha es una mixtura entre creaciones musicales foráneas (la cumbia, y otros géneros musicales) y las creaciones musicales de cada región particular. Entonces, la música chicha se resignifica en cada región y localidad del país. La chicha no solo se diferencia desde los grandes troncos estilísticos como la chicha andina, amazónica, costeña, sino que cada una de las microrregiones culturales aporta su propia particularidad en la creación musical.
IPC: Cuando hablamos de mal gusto, de huachafería, de algo que no se hace bien o se hace a la volada como para salir del paso, solemos decir "qué chicha". ¿Por qué lo chicha tiene esta connotación tan negativa?
AQ: Lo que ocurre es que el "buen" gusto es una construcción social, cultural y de clase social, y los criterios estéticos de las clases altas y medias-altas han sido los hegemónicos, es decir han sido los ideales culturales ligados al poder y las instituciones. Entonces ese buen gusto con el cual se define lo huachafo es una categoría relacionada con la clase social, y los encargados de velar por el "gusto medio" han sido los "guardianes" de resguardar y reproducir las "la buenas formas" de las clases medias y altas. Si alguna producción cultural no se ajusta a dicho patrón, se le va a desdeñar, y se va a despotricar, señalándola como de "mal" gusto. Sobre esto hay muchos ejemplos, y se han creado diversas etiquetas peyorativas, nombres para desacreditar a aquellos que no expresan un patrón hegemónico o se salen de él. Uno de ellos es el término "huachafo", otro que ha adquirido una connotación negativa es el de "chicha". Todo aquello que se considera mal hecho o es un conglomerado de cosas sin ningún "rasgo armónico" será llamado como "chicha".
IPC: ¿Y cómo se relaciona esto con la música chicha?
AQ: La asociación que existe entre algo "mal" hecho y "sin" gusto o que esté hecho a la ligera con la música chicha, se debe a las características que la música chicha tuvo en sus orígenes. Es decir, a la forma como se creaba este género musical. No podemos olvidar que la chicha es una mixtura de géneros de música. Cuando la chicha empezó a mezclar la cumbia y el folklore muchos dijeron que era una "fea" mezcla. Una mezcla sin gusto. Incluso muchos dijeron que esa gente "no sabe" lo que es música. Si ellos no saben lo que es música entonces su producción será fea, horrible, sin gusto, mal hecho. Esa característica referida al ámbito musical, cultural, se extendió a lo social, y se utilizó y utiliza para calificar todo aquello que no guarda "armonía", no sigue un patrón establecido.
IPC: Desde hace años se sabe poco o nada de los máximos representantes de la tecnocumbia: Rossy War, Euforia, Ruth Karina, Ana Kohler, etc. ¿Pasó de moda la música chicha? ¿O la tecnocumbia fue apenas una etapa de la música chicha?
AQ: Es verdad, de ellos se sabe poco o nada. Definitivamente ellos tuvieron su época, una época gloriosa, la de la tecnocumbia. Me gustaron más Rossy War y Euforia con Ruth Karina. Ambas marcaron una época importante de la música chicha. Aquí quiero remarcar algo que se ha dicho respecto de la tecnocumbia, que esta música es diferente a la chicha y que por tal razón gustó hasta en los sectores medios en su momento.
IPC: ¿No fue así?
AQ: Eso no es exactamente así. La tecnocumbia sería parte del movimiento chichero, en una suerte de tercera etapa que tiene raíces amazónicas, aunque tuvo una expansión mucho mayor. La música chicha tiene la virtud de renovarse cada cierto tiempo, y cada renovación va de la mano con lo que acontece a nivel mundial. Eso ha marcado la historia de la música chicha desde sus orígenes. Eso quiere decir entonces, que la no vigencia de uno de sus cultores no hace que la chicha desaparezca, ni pierda vigencia; por el contrario, la desaparición de uno u otro cantante, por más afamado que este haya sido, dice más bien que la chicha está en movimiento, nos habla de la vigencia del género, está en movimiento constante y sigue su propio curso.
IPC: Los medios le han dado una gran cobertura a la tragedia del grupo Néctar, y las ventas de sus discos han aumentado. ¿Crees que alrededor de este grupo -y en especial de Johnny Orosco- se creará una mitología como sucedió con Chacalón?
AQ: Es una pena lo que le ha ocurrido al grupo Néctar. Eso nos recuerda lo que sucedió también al grupo Juaneco y su Combo en una primera etapa de la chicha. En aquella época se pudo salvar el propio Juaneco, pero en esta ocasión Johnny Orozco no tuvo la misma suerte. En ambos casos los grupos tuvieron un recorrido y una fama reconocida, pero en dos épocas diferentes. Juaneco para la región de la Amazonía y Néctar para los sectores urbanos populares de Lima, aunque su fama también se había extendido al sur del continente. La comparación con Chacalón también ha sido inevitable. Ambos dejaron el mundo chichero en circunstancias distintas, pero han sumido en una gran tristeza a sus seguidores. No es para menos, "El provinciano", paradigma musical chacalonero, fue el himno de los migrantes que hasta ahora se canta, y "El Arbolito", del grupo Néctar, no solo los caracterizó sino que les permitió extender su popularidad hasta los sectores medios. Me da la impresión que hasta ahí llega la comparación entre ambos, porque en estos casos, la biografía personal también juega un papel importante, sobre todo en este género musical impulsado por migrantes, sus diferentes experiencias y formas de enfrentar la vida.
IPC: Cada migrante tiene su propia historia.
AQ: Los migrantes de primera y segunda generación han enfrentado situaciones diferentes, aunque eso no quiere decir que en ambos casos no haya habido grandes batallas que librar en el día a día tanto como provincianos, como cultores y compositores de la chicha en un medio que les es adverso. Chacalón y Johnny Orosco son dos ídolos populares que vivirán eternamente en los corazones de sus fans. Por ello, el mundo chichero está de duelo, ha perdido un gran artista. Todos sus seguidores sienten su partida, se conduelen y le rinden un merecido tributo. Buscan, después de los trágicos momentos, la forma de paliar su ausencia adquiriendo una de sus producciones, así sea la última o una de ellas, porque saben que de esa manera tanto Chacalón como Johnny Orosco vivirán en sus corazones, como también en el mío.

¿La Cultura Chicha o la cultura de la libertad?
En tiempos recientes, el Perú ha sustentado gloriosamente el nacimiento de un liberalismo lingüístico y vespertino recogido del lenguaje coloquial de las calles. Los inmigrantes provincianos llegados a Lima a luchar por un puesto digno de trabajo, se han asentado en la urbe y han instalado un vocabulario que busca eclipsar significados a un castellano mal hablado.
La cronología de la invasión, se generó a mediados de la década pasada cargada de una visión desfigurada de los modelos básicos del lenguaje, y vino para quedarse entre nosotros.
El popular timbre, facilista y vernáculo fue catalogado en principio, como un vocablo vulgar y mas adelante despectivo. Paulatinamente, Lima provinciana, lo fue absorbiendo con una voracidad distinta. Algo nuevo se había germinado en la Ciudad de los Reyes, con una amplia gama decodificable para las mayorías
La denominada Cultura Chicha, dio la visión clara y adecuada de lo que se quería. Un lenguaje pedregoso y empobrecido con el agregado de mantener la fuente abierta para enriquecerlo a cada paso con las innovaciones que la replana y el periodismo amarillo les pudiera aportar
Es una lástima que la noción de la palabra "Chicha", bien conocida por los antiguos peruanos como una bebida hecha en base al maíz, sea sinónimo de lo común, naco, ramplón, bajo, inelegante y desgate todas las esferas donde se aplica.
Se ha convertido en un referente obligado de lo paralelo, informal, descuidado, adoptando una estética con el simple propósito de inclusión hecho a la fuerza en contra de la acartonada a otrora sociedad limeña.
La cultura Chicha, hecho raíces y ahora esta en la prensa, con tabloides de corte sensacionalista. En la ropa, copiando marcas. En la televisión, con programas denominados "Basura" del corte "Señora León" dirigido por la cantante Mexicana "La Tesorito" Laura León encaminado a expulsar las miserias humanas de los peruanos.
También se aprecia en el mundo de la discografía, filmografía, y editorial pirata, pintando a los derechos de autor con los colores de la sagacidad y el mal gusto típicos y mal intencionados peruanos. Aquella cultura, en actividad consecuente con la astucia y lucidez para desarrollar las formas de sacarle la vuelta a un sistema bien plantado tributario y gubernamental, es inagotable
Pero el mal no cunde sólo allí. La afamada Cultura Chicha, ha trepado a las esferas más altas del poder y ha generado parlamentarios "Chichas". Parlamentarios capaces de jurar por la plata, y hacer de las suyas en el Congreso Nacional metiendo en la nómina congresal hasta la doméstica. Apenas de nombre, una bromita para sacar un poquito más de sueldo del Estado.
La Cultura Chica no ha eximido a los Ministros, forjados en los avatares relamidos de los consumidores criollos…..Sí, el "criollismo" se aplica también en el Ministerio de Educación, con marchas y contramarchas en los exámenes a los pobres profesores. ¿Qué clase de evaluación Chicha se ha implementado, si en algunos segmentos de las pruebas se registraban errores del corte de preguntas sin número, sin alternativas de respuesta? Episodios separados y mal elaborados incapaces de medir el nivel real de talento de un profesor?
Los profesores Chicha, los mismos que repudian las pruebas ahora se ríen de ella y es la respuesta lógica para un gobierno Chicha donde los plazos son más importantes que los contenidos
Es necesaria una profunda reexaminación sobre los contenidos y comprender folklóricos que se suman a la realidad nacional. Quizás con un lenguaje menos adornado pero efectivo se pueda corregir objetivos "Chicha" populistas por objetivos verdaderos

La Cultura Combi
Pero nosotros no éramos así. Todo se inició en los años 80’s, cuando millones de personas llegaron a las grandes ciudades del Perú, huyendo de la violencia terrorista y de la pobreza existentes en el campo. Este flujo masivo de población llevó al colapso del servicio de transporte público. Así, era rutinario ver personas viajando colgadas en las puertas de los autobuses.
Pero como el peruano es muy ingenioso, creó un sistema alternativo de transporte para cubrir la enorme demanda generada. Fue así que surgieron las "combis", camionetas rurales con capacidad para entre 10 y 15 pasajeros que cumplían la misma función que los autobuses, a un precio ligeramente mayor pero que permitía que los pasajeros se transporten cómodamente sentados.
Hasta ahí todo iba bien. Pero llegaron los años 90’s y mucha gente pudo comprar vehículos importados. Fueron tantos y tantos vehículos pequeños que ingresaron al sistema de transporte público que colapsaron el tránsito de la capital.
La gran oferta de combis en Lima obligó a los propietarios de esos vehículos a iniciar una verdadera guerra cotidiana con otras combis, en lucha por cada uno de los pasajeros de su ruta. Una guerra en la cual todo está permitido.
Fue así que nació la "cultura combi", donde podemos conducir a 20 kms. por hora cuando nuestra combi no tiene pasajeros, pero dispararnos a 100 kms. por hora cuando otra combi amenaza sobrepasarnos y arrebatarnos nuestros amados pasajeros . Las "carreras" entre combis por estar primeros y tomar todos los pasajeros en detrimento de la combi que viene atrás, se convirtieron en hechos rutinarios que ya ocasionaron innumerables muertes. Y esa actitud agresiva frente al volante se trasladó pronto hacia los autobuses, hacia los taxis y hacia los coches particulares. Todos comenzamos a dirigir como "chofer de combi".
La cultura es el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.
La UNESCO, en 1982, declaró:
...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.